jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1968

Nación | 24 abr 2023

POLÍTICA

El renunciamiento de Alberto para evitar la caída

El Presidente se bajó de una posible reelección y ordenó parte del laberinto oficialista. Candidaturas, internas por resolver y el rol de Cristina.


La decisión de Alberto Fernández de desistir de ir por un segundo mandato en la Casa Rosada, pese a que lo habilita la Constitución, era esperada por la enorme mayoría del Frente de Todos, aunque se aceleró en los últimos días por dos factores determinantes: una crisis cambiaria, de deuda y de ineficiencia, que catapultó el dólar ilegal y mantuvo en alza la inflación, y una presión política interna constante, que amenazó con quitarle las pocas herramientas electorales que aún tenía a su alcance. Si bien ahora con este renunciamiento, que nadie se atrevería a decir que fue histórico, se despejó buena parte del laberinto en el que estaba encerrado el oficialismo, sus líderes deberán resolver en el mediano plazo las próximas candidaturas, que varios factores hacen suponer que se resolverán en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

“Entregaré la banda presidencial a quien sea elegido legítimamente en las urnas por el voto popular”. “Trabajaré para que sea un compañero de nuestro espacio político”. Con estas dos frases, pronunciadas en un video de siete minutos y 42 segundos publicado en su cuenta de Twitter, el Presidente dio a entender que no se presentará en las próximas elecciones, aunque no lo haya dicho de manera explícita.

La decisión la tomó junto a un círculo íntimo de asesores, entre los que se encontraban el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y el canciller, Santiago Cafiero, y se anticipó a una mesa apenas un poco más amplia integrada por el jefe de Gabinete de ministros y ministras, Agustín Rossi. Ni la vicepresidenta, con quien trascendió que no se habla desde hace varios meses, ni los gobernadores del justicialismo que alguna vez lo acompañaron, estuvieron al tanto de esta determinación signada por una crisis que no da respiro – esta semana se conoció que la inflación de marzo se ubicó en el 7,7% y el dólar paralelo rompió el techo de los $440 – y una interna a cielo abierto que le advertía, por un lado, de una reunión en el Consejo del PJ del que saldría un mensaje político para que se bajara de su candidatura y, por el otro, de la posibilidad de que el Gobernador bonaerense, Axel Kicillof, desdoblara las elecciones generales de la Provincia, que concentra el 38% del padrón electoral nacional.

La fragilidad de ambas variables era una constante de los últimos meses, aunque también quedó expuesta con mayor claridad después de la eyección de Antonio Aracre de su cargo de asesor presidencial. En esta novela, se lo acusó al ahora exfuncionario de operar contra el ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, y desestabilizar los datos del sistema cambiario al delinear un plan económico paralelo al oficial. En pocas palabras, los movimientos de un ignoto asesor generaron una crisis de dimensiones desproporcionadas e, incluso, motorizaron una reunión entre Fernández y Massa para calmar a los mercados y mostrar unidad. Eso, por supuesto, sin olvidar que buena parte de la crisis económica es provocada por la deuda que la administración de Mauricio Macri tomó con el Fondo Monetario Internacional.

Mientras Massa intenta ordenar el desorden de la economía – quizás, en palabras de Cristina, sería alinear los salarios y jubilaciones con los precios de los alimentos y las tarifas – aún no se sabe quién o quiénes ordenarán el Frente de Todos y su próxima estrategia electoral para enfrentar, principalmente, a Juntos por el Cambio, la alianza que sueña con volver al poder con Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich, dos opciones de shock y reformas con estilos políticos distintos.

Ante este escenario electoral abierto, serán determinantes los nombres que se barajan como posibles candidatos y candidatas. El principal, por supuesto, es el de Cristina, la mujer que lidera la porción mayoritaria de la coalición y la única que garantiza un piso alto de votos. Sin dudas ella también deberá tomar una decisión determinante: si se presentará como candidata este año, pese a haber dicho que no lo haría durante su mensaje contra el lawfare en el marco de la condena por la causa Vialidad, o si, por el contrario, respaldará a otro candidato.

De momento no se han bajado de sus pretensiones Daniel Scioli, el embajador argentino en Brasil y principal exponente de la moderación, ni Juan Grabois, el dirigente social y líder del Frente Patria Grande, los únicos dos que lanzaron sus candidaturas de manera explícita. Claro que sólo el primero tiene voluntad real de llegar a la Casa Rosada, y cierto respaldo del kirchnerismo para hacerlo. Se pueden sumar también a esta lista otros dirigentes que si bien no expresaron qué harán de su futuro político, dan indicios con sus movimientos: Eduardo de Pedro, el ministro del Interior e integrante de La Cámpora; Jorge Capitanich, gobernador de Chaco; y el propio Massa, casi el dirigente natural de la sucesión frentetodista, que se mueve en un fino equilibrio entre lo que queda del albertismo, el cristinismo, los gobernadores y los sindicatos.

En este marco, apenas horas después de que Fernández comunicara públicamente su decisión de no pelear por la reelección, los líderes del PJ nacional – esos mismos que advertían hace unos días con que lanzarían un mensaje contra las aspiraciones del Presidente de continuar en el poder más allá de diciembre – le pusieron fecha al próximo congreso partidario. Será el 16 de mayo en el microestadio de Ferro. En esa instancia, el peronismo deberá definir si resolverá sus candidaturas en las PASO, o sintetizará las distintas expresiones en una sola fórmula de cara a la prueba electoral de este año, cuando también, en parte, se sabrá si la decisión presidencial anunciada ayer 1llegó a tiempo para volver competitivo al peronismo.

FUENTE: Letra P, Pablo Lapuente 

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